En la sesión ordinaria de junio la académica de número, Marisol Peña Torres, y a la subdirectora de investigación del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Josefina Araos Bralic, abordaron los efectos simbólicos e institucionales de las ideas políticas populistas en las democracias contemporáneas.
El pasado lunes 30 de junio de 2025, la Academia celebró su tradicional sesión ordinaria, la que tuvo como ponentes invitadas a la expresidenta del Tribunal Constitucional, Marisol Peña Torres, y a la magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile, Josefina Araos Bralic, quienes reflexionaron sobre el fenómeno del populismo contemporáneo como una transformación profunda y compleja dentro de las democracias actuales.
La primera en intervenir fue la subdirectora de investigación del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Josefina Araos, quien explicó que “Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que fueron muy influyentes en su minuto con su libro ‘Cómo mueren las democracias’, describen que las democracias ya no mueren por el ataque de fuerzas externas a ellas que las derrocan, sino que horadadas por dentro por figuras que llegan aprovechándose de sus problemas, pero reivindicando los principios y las promesas incumplidas de la democracia, para cuestionar y desmontar sus principales instituciones apoderándose de ellas, lo que por lo demás muchas veces ha sido efectivo”.
“El populismo parece ser un dato de nuestra era y la evidencia prueba que podemos llegar a considerarlo incluso un fenómeno que acompaña a la historia de la misma democracia. Tal vez, por lo mismo, tenga más sentido pensarlo como reflejo de problemas que lo exceden, aunque lo incluyen, antes que un enemigo que hay que combatir […] Se debe avanzar a una comprensión relacional del populismo que pasa exclusivamente de la consideración de lider al vínculo que construye este con sus seguidores”, continuó.
Al concluir su exposición, Araos aseguró que el populismo “no es un fenómeno equivalente o circunscrito a su lider y donde sus seguidores no son sólo una masa manipulable. Desde ahí creo que puede abrirse un margen, probado por muchos estudios valiosos, para encontrar recursos más eficaces que nos permitan lidiar con con el fenómeno y, sobre todo, con los problemas representados por sus adversarios a menudo incapaces de advertirlo”.
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“Una de las víctimas del populismo suele ser la Constitución”
Luego, fue el turno de la académica de número, Marisol Peña, quien afirmó que “los populismos no sólo persiguen el acceso al poder para representar al ‘pueblo’ en la forma explicada, sino para ser el portavoz auténtico del soberano dentro de nuestros modernos Estados. […] Los regímenes populistas no suponen una revolución necesariamente rupturista, sino que se muestran asociados con formas iliberales de la democracia donde las instituciones se van socavando, desde sus mismas bases, para impulsar la concreción del sueño que los anima”.
“Así las cosas, una de las víctimas del populismo suele ser la Constitución por lo que conviene adentrarse en las características del denominado ‘populismo constitucional’. […] El populismo encarna una nueva identidad constitucional entendida como ‘la identidad de un colectivo que se comprende a sí mismo como una unidad política’. Es la necesidad de construir esa nueva identidad la que lleva al populismo a una deconstrucción de los valores existentes hasta hoy en la sociedad para reemplazarlos por aquellos que identifican y definen al nuevo ‘pueblo’”, agregó.
En su conclusión, Peña planteó que “distintos gobiernos del mundo, de izquierda o derecha, están aplicando prácticas populistas como un nuevo estilo de hacer política que rechaza los valores, las formas de actuar y las instituciones de la política tradicional. El gran factor de cohesión es la nueva concepción del ‘pueblo’, cargada de un fuerte simbolismo legitimador y que envuelve la emergencia de prácticas antidemocráticas que favorecen la concentración del poder en manos de los líderes que encarnan el sueño de una democracia redentora”.