En la sesión ordinaria de agosto, la filósofa e historiadora francesa, Chantal Delsol, y el académico de número, Daniel Mansuy Huerta, analizaron los desafíos que enfrentan hoy los principios democráticos que sustentan las sociedades contemporáneas.
El pasado lunes 26 de agosto de 2024, la Academia celebró su tradicional sesión ordinaria, la que tuvo como ponentes invitados a la miembro de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas del Instituto de Francia, Chantal Delsol, y al académico de número, Daniel Mansuy Huerta, quienes reflexionaron sobre la crisis de la democracia en el mundo actual.
La primera en intervenir fue la filósofa e historiadora francesa, Chantal Delsol, quien explicó que “la democracia está perdiendo su prestigio a los ojos incluso de sus más ardientes defensores, a causa del disenso sobre la libertad. […] la democracia sólo puede establecerse y perdurar en el contexto de la libertad, a falta de la cual despliega apariencias y mentiras, palabras vacías. Pero toda la cuestión es la definición de la libertad y sus límites. Aquí es donde los posmodernos están enfrentados. Es en esta fractura donde surgen las llamadas democracias iliberales”.
“El invierno de la democracia es el resultado de una guerra ideológica que es también una lucha de clases, de ahí su carácter siniestro. El agotamiento de la idea democrática es tanto más preocupante cuanto que está legitimado por factores profundos: un cambio de creencias, que extingue los principios en los que se basaba esta idea. Esto es lo que la hace más grave que la crisis de los años treinta”, continuó.
Al concluir su exposición, Delsol enfatizó que “el populismo es una respuesta furibunda y a menudo irracional a las democracias que han renunciado al verdadero pluralismo. Podríamos decir -porque hay que encontrar palabras para decirlo- que la democracia es hoy la cuestión principal de una batalla contemporánea entre lo moderno y lo antimoderno”.
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Luego, fue el turno del académico de número, Daniel Mansuy, quien afirmó que “no es fácil especificar en qué consiste la crisis. Un poco como el tiempo en San Agustín. Creemos que sabemos qué es, pero una vez que nos preguntan qué es, ya lo sabemos mucho menos, y en todo caso, nos cuesta precisar en qué consiste. Conocemos sus aspectos, algunos de ellos, y sus rasgos más característicos. Y vemos esta crisis día a día en los diarios nacionales e internacionales. Sin embargo, nos cuesta circunscribir la crisis con mayor precisión”.
“Con mayor o menor conciencia, añoramos el mundo de los años noventa, sin considerar que fue una coyuntura excepcional, que en ningún caso puede ser vista como patrón de normalidad. Esto nos llevaría a atenuar o a moderar nuestro juicio sobre la crisis, porque lo raro y excepcional fueron esos diez o veinte años de cierta estabilidad en torno a determinadas instituciones. Cuando lo normal es que esas instituciones estén sometidas constantemente a presiones y tensiones de todo tipo”, agregó.
Para concluir, Mansuy planteó que “este problema tiene múltiples detalles, pero es importante destacar que actualmente existe una tensión enorme, y que solo crecerá, al menos en América Latina, entre los principios democráticos y los principios liberales, que no sabemos bien cómo resolver. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar de libertad individual para obtener seguridad? Y, ¿cuán lejos estamos de que esta pregunta solo sea retórica o solo tenga sentido para una parte de la elite?”.