Sesiones

La cuestión moral subyacente

En la sesión ordinaria de mayo la académica de número, Lucía Santa Cruz Sutil, y la miembro de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas del Instituto de Francia, Chantal Delsol, abordaron la modernidad, la moral y el estado actual del consenso ético en las sociedades occidentales.

El pasado lunes 26 de mayo de 2025, la Academia celebró su tradicional sesión ordinaria, la que tuvo como ponentes invitadas a la miembro de la Junta Directiva de la Universidad Adolfo Ibáñez, Lucía Santa Cruz Sutil, y a la Fundadora y directora del Instituto Hannah Arendt de la Universidad de Marne-la-Vallée (Francia), Chantal Delsol, quienes reflexionaron sobre la crisis del consenso moral en la modernidad y sus implicancias para la libertad, la democracia y la cohesión social en Occidente.

La primera en intervenir fue la académica de número, Lucía Santa Cruz, quien explicó algunas características de la modernidad como “una primacía del individuo y de los derechos individuales; una distinción, por primera vez más clara, entre las esferas pública y privada; y la emancipación del individuo frente a la comunidad que es claramente un movimiento esencialmente occidental que trata de proteger al hombre de las restricciones arbitrarias externas que impiden la realización de todo su potencial”.

Todo parece indicar que la aceptación de reglas morales heredadas es un requisito para que los sociedad moderna, la democracia y el mercado funcionen y permitan aprovechar las oportunidades de la modernidad. Si no existe un acuerdo previo respecto al bien y el mal suficientemente amplio, se aumenta la necesidad de regularlo todo por ley y con eso se reducen los márgenes de libertad para las personas”, continuó. 

Al concluir su exposición, Santa Cruz recordó uno de los postulados del filósofo Charles Taylor que sostiene que “se puede articular una ética de la benevolencia y de la justicia universal, que ha creado un consenso moral en relación, por ejemplo, a los derechos humanos, la exigencia de reducir el sufrimiento de los otros y los ideales de libertad y de autodeterminación. En otras palabras, una de las características de la modernidad es este consenso moral, moderno y occidental entorno a una ética de la libertad, la individualidad, la justicia y la benevolencia”.

“Vivimos en un torbellino de morales contrarias”

Luego, fue el turno de la miembro de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas del Instituto de Francia, Chantal Delsol, quien afirmó que “la anarquía moral, que puede llamarse nihilismo moral, no existe porque no es viable. Ninguna sociedad existe sin la moral común de la humanidad, basadas en definiciones universales del bien y del mal. […] Además, las características humanas fundamentales o características ontológicas, dan lugar a preceptos morales que sabemos válidos para todos los seres humanos”.

La segunda mitad del siglo XX vio el colapso del cristianismo, entendido como el poder de la Iglesia sobre la sociedad. A partir de este momento, el cristianismo seguía existiendo, y de hecho se defendía bien, pero se convirtió en gran medida en una minoría. Ya no podía dictar sus leyes morales a la sociedad, porque estaba cada vez menos afiliada a sus creencias. No podemos imponer leyes morales a un pueblo que ya no cree en los fundamentos de esas leyes”, agregó.       

En su conclusión, Delsol planteó que “aún no hemos llegado a una nueva moral consensuada y por eso vivimos en un gran desorden moral. […] Hay que reconocer que nos resulta muy difícil ver sin saber qué hacer con este torbellino de morales contrarias en medio del cual vivimos”.