En la primera sesión ordinaria de septiembre, el académico de número, Rodrigo Vergara Montes, y el investigador senior del Centro de Estudios Públicos (CEP), Aldo Mascareño Lara, abordaron los desafíos que la violencia y el delito imponen al orden democrático, las políticas públicas y la economía del país.
El pasado lunes 15 de septiembre de 2025, la Academia celebró su primera sesión ordinaria del mes, la que tuvo como ponentes al expresidente del Banco Central, Rodrigo Vergara Montes, y al editor general de la revista Estudios Públicos, Aldo Mascareño Lara, quienes presentaron las principales conclusiones el libro, “Violencia en Chile. La fragilidad del orden social”, que analiza las causas y consecuencias de la irrupción de la violencia en distintos espacios sociales durante las últimas décadas en Chile.
El primero en intervenir fue el investigador senior del Centro de Estudios Públicos (CEP), Aldo Mascareño, quien explicó que el libro plantea que “el fundamento del orden social liberal depende de que el monopolio del uso legítimo de la fuerza reside en el estado democrático de derecho. Si encontramos uso de la fuerza fuera de ese marco, entonces se trata de violencia. Violencia que vuelve frágil el orden social”.
“Si el Estado tiene dificultades para expropiar la violencia de distintos ámbitos sociales, [..] entonces el orden social radicaliza su fragilidad y debilita el estado democrático de derecho y sus instituciones. Y si la respuesta a todo ello es que hay que ceder, hay que entregar nuestras libertades públicas y privadas para combatir el crimen y la violencia, entonces renunciamos a nuestra democracia liberal y la convertimos en autoritarismo y arbitrariedad”, continuó.
Al concluir su exposición, Mascareño aseguró que “las ciencias humanas y sociales, así como la política responsable, no pueden sucumbir a los usos naturales del lenguaje. Llamar violencia a distintos tipos de agresión física o presión psicológica o exclusión social, es oscurecer esos mismos problemas y subvalorar la vivencia muchas veces inenarrable de las víctimas. No hay posibilidad de política pública efectiva entendiendo sólo al lenguaje de la vida cotidiana. Tampoco de leyes generalizables”.
“Desde la pandemia los patrones delictivos se alteraron”
Luego, fue el turno del académico de número, Rodrigo Vergara, quien afirmó que en el libro se expone que “desde la pandemia los patrones delictivos se alteraron y han tenido efectos de largo plazo en las formas de la actividad criminal. Por lo mismo, desde un punto de vista de la política pública, es clave mantener e incluso aumentar las fuentes de datos [sobre los delitos], pues ellas son complementarias y ayudan a hacer frente a la actual complejización del delito en Chile”.
Asimismo, la obra sugiere “implementar el denominado Policiamiento Orientado a la Solución de Problemas (POP) que consiste en identificar aquellos lugares con altos índices de delincuencia, las llamadas áreas prioritarias, es decir con alta frecuencia y alta intensidad del delito, explorar cada uno de estos para identificar aquellos aspectos relacionales dentro de la comunidad y, en base a lo anterior, generar soluciones ad hoc a la realidad de cada lugar, en vez de implementar respuestas estándar que no siempre serán las más adecuadas para todos los contextos”, agregó.
En su conclusión, Vergara planteó que el libro “caracteriza las pérdidas económicas por actividades delictivas en costos de anticipación, de consecuencia y de respuesta. A través de datos y estimaciones se llega a una cuota inferior del costo del crimen en Chile en 2022 de 2,1% del PIB, lo que es 46% mayor en puntos del PIB que el costo para 2013. Se muestra cómo estos costos se han ido subiendo persistentemente en los últimos años”.