El académico de número analiza los elementos más relevantes del proyecto sobre Financiamiento de la Educación Superior (FES) en su columna del diario Estrategia.
El proyecto sobre Financiamiento de la Educación Superior (FES) acomete dos objetivos que ameritaban tratamiento separado, en orden para focalizar la discusión y facilitar el trámite parlamentario. Objetivo 1: abordar el problema del CAE que se arrastra desde hace bastante tiempo y que ha creado cierto consenso en torno a la necesidad de finalizar con este mecanismo de financiamiento estudiantil. Esto fue abordado en un proyecto presentado el año 2012 el cual fuera rechazado enfáticamente por quienes hoy auspician una iniciativa de similar tenor. El CAE surgió en los tiempos en que no había mejores alternativas para respaldar el proyecto de educación superior de muchos jóvenes sin alternativa real de financiamiento. Y por eso se aceptó el adoptar el CAE que con el paso del tiempo mostró grandes debilidades y constituyó un pésimo negocio para el Estado y uno muy bueno para los bancos, éstos sin incentivos para cobrar y solamente para traspasar la morosidad al propio Estado. Mecanismo caro y lleno de incentivos inadecuados, existe hoy consenso en que hay que eliminarlo y cambiarlo por uno con mejores condiciones de financiamiento, recuperabilidad y condiciones para alivianar el flujo de caja de las instituciones educativas. El proyecto no resulta claro en cuanto al sistema que le reemplazaría, el significativo costo fiscal implícito y tampoco respecto a la masa de deudores que, muchos de ellos, anticiparon los anuncios hechos tempranamente y han cesado ya de pagar sus obligaciones.