El académico de número analiza la norma de aborto libre, sin causales y durante todo el embarazo aprobada por el pleno de la Convención Constitucional en su columna del diario El Mercurio.
El pleno de la Convención Constitucional ha aprobado por más de dos tercios varios artículos sobre derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la vida: “Toda persona tiene derecho a la vida. Ninguna persona podrá ser condenada a muerte ni ejecutada”. Vemos que desaparece la regla actual de que “la ley protege la vida del que está por nacer”.
No contentos con ello, los convencionales aprobaron otra norma para consagrar los derechos sexuales y reproductivos. Se incluye en ellos “el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción”. No vemos cómo se puede garantizar la decisión libre sobre el placer o la anticoncepción.
Lo más inquietante viene en el párrafo siguiente: se dispone que el Estado garantiza el ejercicio de dichos derechos sin discriminación, con enfoque de género, así como el acceso a la información, educación, salud, y a los servicios y prestaciones requeridos para ello, “asegurando a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, las condiciones para… una interrupción voluntaria del embarazo…”. Se agrega que se “garantiza su ejercicio libre de violencias y de interferencias por parte de terceros, ya sean individuos o instituciones”.
Ya es curioso que se hable de mujeres y personas con capacidad de gestar, aunque lo más grave es que se haya aprobado que el Estado debe asegurar la interrupción voluntaria del embarazo en cualquier momento y libre de interferencias de terceros, lo que denota que no se podrá oponer ni siquiera objeción de conciencia.
Se ha dicho que el aborto será limitado por la ley, pero, dado el tenor imperativo de la norma, no puede sino concluirse que estamos ante la consagración constitucional del aborto sin causales y durante todo el embarazo. Tendríamos la única Constitución en el mundo que desconoce tan radicalmente la vida humana prenatal.