Carlos Peña: “La muerte a balazos es un asunto político”

El académico de número reflexiona sobre el rol del Estado en la seguridad pública en su columna de El Mercurio.

Quince personas han muerto a balazos en el breve lapso de apenas dos o tres días. Si la muerte es un asunto habitual (una costumbre que suele tener la gente, dice Borges), y si una muerte a balazos puede ser incluso un asunto policial, la muerte a balazos de quince seres humanos en un breve lapso no es ni natural ni policial.

Es un asunto político.

El Estado —es imprescindible recordarlo una y otra vez— es un aparato que reclama para sí, con éxito, el monopolio de la fuerza física, evitando así que ella se enseñoree en las relaciones sociales. Es la paradoja del Estado: concentrar la fuerza para disminuir su presencia en nuestras vidas. Y llevar adelante esa tarea —nada menos que poner al Estado a la altura de su esencia— le corresponde a la autoridad política, a quienes bregaron incansablemente por hacerse de él. Y si por torpeza, prejuicio ideológico, incapacidad, somnolencia o lo que fuera, el Estado pierde el monopolio de la fuerza o es incapaz de poner orden, entonces la responsabilidad recae en la autoridad política, en el jefe del Estado y en el aparato gubernamental.

En otras palabras, en el Presidente Gabriel Boric y sus ministros y ministras.

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