Carlos Peña: “Jueces juzgados”

El académico de número se refiere a los problemas que padece la esfera pública en la escena judicial en su columna de El Mercurio.  

No hay una escena que retrate con mayor fidelidad los problemas que padece la esfera pública que la escena judicial. Basta reparar en el hecho, de veras inaudito, de que los jueces, en vez de oír a los abogados, deban contratarlos, para advertir el tamaño del descalabro.

¿A qué se debe todo esto?

Los factores han de ser varios, sin duda. Pero los más obvios son los que siguen.

Hay, desde luego, una causa intelectual. Progresivamente se ha ido instalando en la práctica jurisprudencial y en las escuelas de derecho lo que podría llamarse una vulgarización del derecho. El concepto ha sido acuñado en la literatura para llamar la atención acerca del hecho de que así como el latín clásico derivó en el vulgar, así también el derecho romano clásico poco a poco se fue deformando y perdiendo el rigor lógico original que poseía. Pues bien, basta dar un vistazo a lo que ocurre con muchos razonamientos judiciales para advertir ese fenómeno de vulgarización en la práctica judicial de hoy que consiste en sustituir el sentido de las reglas por el sentido de justicia de quien las aplica. ¿De qué manera, podría preguntarse, esto se relaciona con los casos que hoy se enjuician? 

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