Artículo del Arzobispo de Santiago publicada en El Líbero.
Vivimos momentos complejos donde se presentan un conjunto de dilemas éticos de difícil resolución. Las lecturas sociológicas, sicológicas, económicas, policiales, jurídicas que se suelen hacer, aunque válidas, necesarias y útiles para reconocerlos y enfrentarlos, no bastan para comprenderlos en profundidad. De hecho, los grandes problemas que nos aquejan no han encontrado respuestas adecuadas. El miedo, la incertidumbre y la desesperanza se han tomado el corazón de muchas personas.
En este artículo intento postular que la filosofía y la fe son un aporte fundamental, en el legítimo y meritorio esfuerzo de tantos actores sociales, del ámbito público y privado, para comprender lo que acontece y darle soluciones correctas.
En este artículo sostengo tres tesis: primero, que el nihilismo ético que impera a todos los niveles de la sociedad es una fuente desde donde brotan muchos problemas sociales; segundo, que la formación de la conciencia moral, junto a un reconocimiento de nuestra condición de creaturas, o al menos de seres dependientes de otros, es el punto neurálgico en el cual debe apoyarse todo proceso educativo que pretenda formar personas justas, respetuosas de los derechos de los demás, y pacíficas; tercero, que el aporte de la fe para comprender estos fenómenos que tanto daño hacen a la sociedad y erradicarlos es fundamental.