Rocco Buttiglione: “El Reto es que no se mate el mercado ni la democracia”

El académico correspondiente, filósofo y cientista político italiano, analiza la crisis de la democracia, el rol de los católicos en la política y la guerra entre Rusia y Ucrania en una entrevista en el diario El Mercurio.

Durante su visita a Chile, para presentar su libro “Caminos para una teología del pueblo y de la cultura”, el político y académico habla de la crisis de la democracia y sostiene que el rol de los católicos en la arena pública es preocuparse de todos los temas,“no solo de los que les interesan”. Sobre el conflicto en Europa, apunta a los errores de Putin al iniciar la guerra con Ucrania.

Rocco Buttiglione (73) conoce muy bien la academia y los asuntos públicos. Entre ambos campos se ha movido con éxito. Ha enseñado filosofía política en varias universidades, como las de Téramo, Lateranense y en la Academia Internacional de Filosofía, y ha sido miembro del Parlamento Europeo y vicepresidente de la Cámara de Diputados de Italia.

Referente en el mundo católico y activo promotor de la lucha por la libertad, recientemente visitó Chile para inaugurar el año académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y presentar su libro “Caminos para una teología del pueblo y de la cultura”, cuyas palabras introductorias escribe el Papa Francisco. Aquí, habla de la crisis de la democracia, el rol de los cristianos en la política y la guerra en Europa.

EL ROL DE LA IGLESIA EN LA POLÍTICA

—¿Hay aún espacio para movimientos políticos de inspiración humanista cristiana en las democracias modernas?

—Por supuesto que sí. Yo creo que hay grandes necesidades de movimientos católicos en la política de hoy, que sean dialogantes y construyan “pueblo”, no partidos.

—¿Por qué se detecta una necesidad social de movimientos católicos? 

—Una gran parte del pueblo no tiene representación y vivimos en un tiempo de polarización. Ante esas circunstancias, si tomamos en serio lo que dice tanto la izquierda como la derecha, terminaríamos en guerra civil.

—¿Hay relación entre los casos de abuso en la Iglesia y la pérdida de legitimidad de los grupos con presencia de católicos en política? 

—Por supuesto. Gracias al escándalo, mucha gente se asustó. Hay que ganar nuevamente la confianza del pueblo, y hay que ganarla con un servicio leal. Reconociendo el pecado cometido y creando condiciones para que no suceda nunca más.

—Muchos católicos en Chile que se desempeñan en el ámbito político son excluidos por su visión religiosa. ¿Qué estrategia deberían tener para incidir en asuntos públicos?

—Los católicos que hacen política no pue- den dedicarse a un único tema; en otras pala- bras, no se puede vender el bien común por asuntos que para mí son muy importantes como el aborto o la eutanasia. Hay que saber también que, en política, los tiempos son importantes. Cosas muy difíciles de lograr en un momento pueden resultar muy fáciles en otro. Además, si un problema valórico no está en la agenda pública, no es aconsejable imponerlo artificialmente.

—La figura del Papa Francisco, en ciertos círculos, genera controversia. ¿Hay continuidad, más allá de la obvia, entre su pontificado y los de Juan Pablo II y Benedicto XVI? 

—El Papa Francisco insiste en que estamos viviendo una era de cambios, pero también presenciamos un cambio de época. Con Juan Pablo Il se cerró una época en la historia en la que el gran adversario era el comunismo. Sin embargo, algo que nadie imaginó en la Iglesia, cuando se ganó el gran enfrentamiento mundial contra el comunismo, es que acto seguido comenzó una nueva serie histórica, en donde el gran oponente era y es el capitalismo ilimitado, el denominado turbocapitalismo. En ese sentido, la sociedad de consumo y las religiones occidentales provocan que la Iglesia tenga que cambiar muchas de sus posiciones centrales. La institución eclesiástica debía transmitir la misma verdad con diferentes acentos y responder las preguntas actuales sobre distintos problemas de la sociedad. Por eso no replicamos actualmente las enseñanzas para ser feliz de Juan Pablo II, ni de Benedicto XVI. Aquí lo importante es ser creativos, porque si observamos las palabras que pronunciaron los dos sumos pontífices anteriores, fueron totalmente innovadoras para su época.

DEMOCRACIA EN CRISIS 

—Las democracias liberales atraviesan hoy diversos problemas. ¿Cuáles diría usted que son los principales males que las afectan? 

—La sociedad líquida. Es una política en que todas las relaciones entre los hombres son mediadas a través del mercado. ¿Qué es lo que queda? Cuando todos los valores desaparecen, el valor que se queda es el de la moneda, el intercambio de equivalentes. Todos estamos caminando hacia una sociedad en que no hay ninguna vinculación que no sea la vinculación de la regla del mercado.

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