La académica de número reflexiona sobre la “erradicación de la verdad por medio de la censura” en su columna del diario El Mercurio.
Ya lo advirtió George Orwell en su obra maestra: “1984”. La “policía del pensamiento” muy luego se dedicaría a construir un mundo donde “cada récord ha sido destruido o falsificado, cada libro ha sido reescrito, cada cuadro ha sido repintado, cada estatua, cada edificio ha sido renombrado, cada fecha ha sido alterada”.
Este temor a la erradicación de la verdad por medio de la censura impuesta por la autoridad, por el partido, las mayorías, las minorías iluminadas y la tiranía de la opinión o de lo políticamente correcto, me ha perturbado desde siempre. Se trata del intento por terminar con esa libertad humana esencial de expresar sin miedo el pensamiento, para imponer una visión única y así erradicar el pasado, acabando con el pensamiento crítico y el conflicto intelectual, sin los cuales el conocimiento no puede avanzar.
Hoy vemos que la “policía del pensamiento” viene a ser reemplazada por la “policía de la sensibilidad” con la revelación de que la editorial que publica los cuentos infantiles de Roald Dahl ha decidido someter sus escritos al escrutinio de los llamados “sensitivity readers”. Se trata de lectores que detectan las supuestas transgresiones a las sensibilidades que ellos consideran inaceptables y que, en el caso de los cuentos de Dahl, han introducido más de 100 cambios a la obra original “para proteger” a los niños de las ofensas o de los daños que su lectura pudiera provocarles, eliminando cualquier atisbo que pudiera eventualmente ser interpretado como sexista, racista o cruel respecto de la salud mental o la apariencia física.