Lucía Santa Cruz: “La derecha cancelada”

La académica de número analiza el escenario político y reflexiona sobre el estado de la democracia en Chile en su columna habitual del diario El Mercurio.

El exministro de Hacienda y de Educación de la Concertación, Nicolás Eyzaguirre, ha dejado establecida su disposición a votar por el candidato presidencial del Partido Comunista. Ello a pesar de reconocer que no está de acuerdo, nada más y nada menos, que con sus “concepciones de la democracia”, como si la noción que se tenga al respecto fuera secundaria y trivial. Ha afirmado, asimismo, que “la derecha no puede gobernar este país”, pues si lo hiciera, “sería el enfrentamiento final entre unos chilenos y otros”. Y así, sin pudor, ha cancelado el derecho de cientos de miles de chilenos (más de un tercio del electorado en la elección de concejales) a competir pacíficamente en las urnas, con su visión y sus ideas para lograr un mejor país, so pena de desatar una guerra civil.

Esto podría ser solo una anécdota y una confirmación de que nunca es fácil ser de derecha, y menos lo es en medio del auge de la cultura Woke y del predominio mediático de sus apóstoles que moralizan, juzgan y condenan a quienes se apartan un milímetro de los cánones de lo que ellos consideran lo políticamente correcto y justo. Lo cual, por cierto, nunca coincide con las creencias de la derecha. Tampoco es agradable ser denunciado permanentemente como depositario del egoísmo, del abuso y la encarnación del fascismo. No es gratificante ser constantemente conminados a aceptar la supuesta superioridad moral de todos los demás.

Sin embargo, los dichos del exministro (de los cuales muchos en distintas formas se han hecho eco) no son anecdóticos, ni atentan solamente contra la autoestima de la derecha. Subyacente a esta descalificación del derecho de algunos a gobernar existe una peculiar noción, muy ominosa, de lo que es la democracia.

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