La académica de número escribe sobre las causas del victimismo presente en la sociedad actual en su columna de El Mercurio.
No hay mejor regalo que la recomendación de un nuevo autor que abre avenidas de placeres próximos. Mi última adquisición trata de un hombre de letras norteamericano, Joseph Epstein, crítico literario, magistral ensayista, desmenuzador de la cultura y de la sociedad, escritor provocativo, ingenioso, con profundidad intelectual y erudito, pero dotado de un hábil uso del humor y una capacidad, al parecer, infinita para entender las complejidades de la naturaleza humana. En la colección de ensayos en mis manos, El Ideal de la Cultura, aborda temas tan diversos como la muerte, las dificultades de la paternidad, el ingenio, la cobardía, los años sesenta y un análisis de un completo compendio de los mejores autores clásicos.
Un eco especial me produjo su elucubración sobre la cultura de la victimización, que hoy parece avasallarnos. A su juicio, el embrión de esta nueva mentalidad que nos arrasa es la convicción absoluta de algunas personas o grupos respecto a su propia superioridad moral y un sentimiento indeleble de la propia virtud. Siendo eso así, yo agregaría que, paradojalmente, ello va acompañado de una completa falta de apreciación del propio valor. ¿Cómo puede valorarse a sí misma una persona cuya historia es una de humillación, opresión y abuso? De ese ser debilitado por sus características más intrínsecas, ¿puede evolucionar un ser humano potente?