Lucía Santa Cruz: “El centro y las derechas unidas…”

La académica de número reflexiona sobre la importancia de compartir una visión en la política en su columna de El Mercurio.

El número de militantes de partidos de centroderecha, en comparación con el de sus votantes, es ínfimo. Sus dirigentes, empero, no parecen darse cuenta de que para la mayoría de sus electores es bastante indiferente si los candidatos nominados para competir en las próximas elecciones son de RN, UDI o Evópoli u otros, pues su interés principal es que se cumpla el objetivo de toda agrupación política, cual es evitar que aquellos que representan políticas muy alejadas de su ideario puedan ponerlas en práctica.

Esto no quiere decir que los partidos no sean importantes, pues son, a pesar del dañino desprestigio que los aqueja, un factor esencial para la correcta aplicación de una democracia liberal moderna. Edmund Burke, considerado como el primer teórico del concepto de gobierno representativo y de los partidos políticos, entrega lo que, a mi juicio, es la mejor definición de lo que deberían ser los partidos: se trata de “un cuerpo de hombres unidos para promover, mediante su labor conjunta, el interés nacional sobre la base de algún principio concreto acerca del cual todos se muestran de acuerdo”. Añade que quien cree en el valor de sus convicciones no puede rehusar el imperativo de adoptar las medidas necesarias para ponerlas en práctica, pues “es tarea del filósofo especulativo marcar los adecuados fines del gobierno”, pero “es labor del político, que es el filósofo en acción, encontrar los medios adecuados para lograr esos fines y emplearlos con efectividad”. Por lo tanto, “el primer propósito honorable de un partido político es encontrar los métodos para que aquellos que comparten sus opiniones y principios sean llevados a una posición que les permita llevar a cabo sus planes comunes, con todo el poder y autoridad del Estado”. En otras palabras, conquistar el poder.

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