El académico de número analiza las relaciones diplomáticas de Chile con los países vecinos de Bolivia y el Perú en su columna en El Líbero.
Tras el rotundo fallo de la Corte Internacional de Justicia de 2018, que desestimó la demanda boliviana contra Chile, muchos creyeron que el tema de la cesión de soberanía marítima salía de nuestra agenda conflictiva. “Roma locuta, causa finita”.
Cuatro errores graves hubo en esa creencia:
- Desconocer ese apotegma de Talleyrand, ícono de la diplomacia mundial, según el cual “todo derecho es discutible”.
- Creer que la derrota judicial liquidaría la vocación de líder vitalicio de Evo Morales.
- Ignorar que, como soporte de esa vocación, estaban las tesis de la plurinacionalidad del exvicepresidente Álvaro García Linera.
- Soslayar la realidad jurídica, demográfica y geopolítica, en virtud de la cual el Perú está involucrado en la pretensión de Bolivia.
Esos errores muestran hasta qué punto mantenemos nuestra capacidad de ser sorprendidos. Para partir, ignoramos que Morales ya volvió a su empeño, atacando esta vez por el flanco peruano. En diciembre, con la tácita anuencia del presidente Pedro Castillo, organizó en el Cusco una reunión de representantes de pueblos originarios, con el objetivo de fundar Runasur. Su plan aparente era configurar una “América Plurinacional”, independiente de los estados nacionales vigentes.
Diplomáticos peruanos alerta
Los más prestigiosos diplomáticos peruanos (r), liderados por Allan Wagner, denunciaron ipso facto ese insólito intervencionismo del exmandatario boliviano. Se trataba, dijeron, de un proyecto geopolítico transnacional “para dejar de lado a los estados, su respectiva soberanía e independencia y, desde luego, los regímenes democráticos existentes”. Agregaron un párrafo según el cual la intención de Morales era “desmembrar al Perú otorgando a Bolivia una salida soberana al Pacífico y así conformar una nación aymara como extensión territorial boliviana”.
Los medios reaccionaron en esa línea y la Comisión de RR.EE. del Congreso peruano declaró persona non grata a Morales, por “declaraciones ingratas que advierten sobre una agenda propia de acuerdo a intereses extranjeros” y porque “en suelo peruano presta declaraciones respecto a temas sensibles que dividen a la población peruana, tales como la conformación de una asamblea constituyente para ‘refundar el país’”.
Corolario: Runasur se suspendió sin mayor explicación de sus organizadores.