José Rodríguez Elizondo: “El líder de la mancha”

El académico de número reflexiona sobre la figura de Mijail Gorbachov en una columna de El Líbero.   

¿Por qué en el cosmos hacemos milagros, mientras que en la vida cotidiana no garantizamos en ocasiones lo más imprescindible?

Mijail Gorbachov.  La Habana, 1989.

Mijail Sergevitch Gorbachov  no pudo pasar agosto, EL mes mortífero según nuestro folclor. Aunque en la cultura de las rr.ss. sea sólo una nota de pie de página –“último líder de la Unión Soviética”-, para cualquier analista senior fue uno de los estadistas más importantes del siglo XX. Para mí fue el “líder de La Mancha” y no por su lunar de sangre en la calva, sino por el talante quijotesco que tuvo su andadura.

Por eso, tras su desaparición imagino un escenario celeste, como el descrito por Oscar Wilde, desde el cual Jesús ordena a su ángel más transversalizado: “ve a la tierra y tráeme el alma del político que mejor haya entendido lo que yo dije”. Dicho ángel, que de veras era pluralista, vuela directo a su objetivo y le trae el alma fresca de Gorbachov. Un ángel conservador protesta, persignándose. “Es un alma comunista y atea”, dice. Pero Jesús, parafraseando al Dios Padre de El Príncipe Feliz, lo corta en seco: “Has elegido perfectamente” dice a su ángel primero.

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