José Rodríguez Elizondo: “Chile: Una revolución desde el pasado”

El académico de número analiza el proceso refundacional de la Convención que pretende cambiar “la injusta Historia de Chile por una Historia Justiciera” en un ensayo en El Líbero. 

Prólogo

Como chileno estoy inmerso en un proceso asombroso: mi país está en vías de ser “refundado” por vía pacífica, mediante una acción de reingeniería profunda, liderada por un centenar de  convencionales constituyentes. 

Dichos convencionales fueron elegidos democráticamente, mediante un sistema electoral ad hoc, que establecía la paridad de géneros y promovía la elección de independientes y miembros de pueblos originarios. Otro de nuestros ejemplos al mundo, dijeron unos. Producto de nuestros malos políticos, dijeron otros.

En esas circunstancias, los convencionales con militancia política fuerte quedaron en minoría, algunos pícaros se colaron y decantó una mayoría antisistémica, que se autopercibe ante “una hoja en blanco”. Esa mayoría abomina de los gobiernos de la Concertación, del centralismo santiaguino, del sistema capitalista (“lucro”), de las desigualdades sociales y del maltrato colonial y republicano a los indígenas. 

Con ese motor rugiente, la Convención comenzó a actuar no en términos prospectivos sino en términos de pasado, que en eso consiste una refundación. Las pistas que dan los discursos, gestos y banderas de los convencionales mayoritarios indican que su objetivo es cambiar la injusta Historia de Chile por una Historia Justiciera. De ahí que, agregando algunos dichos de las nuevas autoridades, los chilenos ilustrados se sienten en los tiempos de la Patria Vieja: críticas al rey de España, criollos en conflicto con sus padres y abuelos peninsulares, araucanos en pie de guerra y jesuitas mediando entre los patriotas, los indígenas y la corona. 

Dado el silencio respetuoso del Jefe de Estado incumbente y antes de su predecesor, los convencionales trabajan a su aire y los ciudadanos con vocación de interés nacional no tienen orientación de autoridad. Informativamente dependen de los hashtags de las redes sociales y de los columnistas de los medios. 

Cabe agregar, entre paréntesis, que ese vacío  comunicacional comenzó a ser llenado por una organización ad-hoc, “Amarillos por Chile”, de crecimiento explosivo, integrada por expertos en diversas materias y liderada por el prestigiado poeta y comunicador Cristián Warnken.

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