José Rodríguez Elizondo: “Afganistán hoy y Vietnam en el recuerdo”

El académico de número analizó las estrategias de Estados Unidos en las guerras en Afganistán y Vietnam en una columna del diario digital El Líbero. 

En nuestro mundo tecnotrónico, las imágenes se sobreponen a la realidad. Es lo que sucedió esta semana con la toma de Kabul, por los talibanes. Mientras el presidente Joe Biden negaba su semejanza con la toma de Saigón por el ejército norvietnamita y la guerrilla sudvietnamita, en 1975, secuencias dramáticas lo desmentían desde las pantallas. La imagen de ese avión de la US Air Force asaltado por afganos empavorecidos equivalía, en modo catástrofe, a la de ese helicóptero atiborrado de fugitivos vietnamitas, bamboléandose y cayendo desde su plataforma norteamericana, en la capital de Vietnam del Sur.

Unidad contradictoria

Eran imágenes de guerras diferentes, en siglos distintos, pero algo inquietante las homologaba. Así lo percibí, quizás por haber conocido de cerca una de esas guerras. En 1965 y 1967, integrando comisiones de juristas de investigación, estuve entrevistando actores, visitando escenarios e incluso bajo bombardeos en lo que entonces era Vietnam del Norte.

Desde 1954, con base en el orden rígido de la Guerra fría, Vietnam estaba dividido en dos. Para los jefes de la Unión Soviética (URSS) y de los EE.UU. eso planteaba un juego de suma cero: medio país que “perdían” unos, era medio país que “ganaban” los otros. En ese marco forzado, los gobiernos norteamericanos sostenían que, sin su intervención armada, Vietnam del Norte, bajo liderazgo comunista, se impondría al gobierno aliado de Vietnam del Sur y todo el país caería en la órbita soviética. De arrastre, caerían todos los países del sudeste asiático, como alineadas fichas de dominó.

Ignoraban, así, que los vietnamitas tenían una cultura ancestral sofisticada, con un sólido componente guerrero, que los tironeaba hacia la reunificación, incluso contra sus alianzas internacionales. Por añadidura, ignoraban que los vietnamitas del norte eran capaces de forjar una unidad nacional -contradictoria, pero eficiente- con los del sur, en aras de la autodeterminación.

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