José Joaquín Brunner: “Sobre las eternas guerras culturales”

El académico de número reflexiona sobre la polarización política en el mundo contemporáneo en su columna de El Líbero.

Vivimos días bélicos de polarización política y duros enfrentamientos culturales. Las palabras no dan tregua. Los discursos se vuelven mortíferos. Se sospecha de todo porque todo está puesto en un campo de batalla. Amigos y enemigos por igual. De manera que se vuelve imperioso tomar distancia, siquiera por un instante, para abrirse paso entre el ruido y la furia, el choque de ideologías, las mutuas acusaciones de wokismo y neofascismo que amenazan con defenestrarnos de la torre de Babel.

Nacionalismos modernos

Guerras, batallas o luchas culturales acompañan a las sociedades desde que dejan atrás el carácter de comunidades fuertemente cohesionadas por una identidad religiosa, moral y familiar compartida que penetra todos los ámbitos de la vida colectiva. Allí donde impera un solo dios, un mismo conjunto de valores y un intenso sentido de cohesión comunal —una situación complementada habitualmente por una poderosa superestructura de enforzamiento y vigilancia de los comportamientos personales (pensamientos, creencias y palabras) y un agudo sentido de la culpa y la vergüenza— no hay espacio para el enfrentamiento de culturas y el pluralismo de voces. 

En este cuadro irrumpe la modernidad, que Ortega y Gasset representó alguna vez como la multiplicación de los dioses y las lenguas, hecho que fundadamente él considera más vital e importante que la multiplicación de los conocimientos y las cosas que celebra la modernidad.

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