El académico de número analiza los pactos y partidos políticos que participan en la elección de consejeros constitucionales en su columna de El Líbero.
A pocos días de la elección de consejeros constitucionales, hay un clima de relativa apatía política. Una rápida mirada al paisaje preelectoral lo confirma. Más difícil es desentrañar las razones y motivos de esta situación.
La prensa y los columnistas habituales hablan de desinterés. Los expertos en opinología, las encuestas y sondeos, y los analistas de los medios de comunicación, coinciden en que existe una desconexión de la población respecto del proceso constitucional. Según estos estudios, menos de un tercio de los votantes potenciales se halla interesado en el evento del próximo domingo 7 de mayo. Incluso se habla de fatiga constitucional y se señala que hay otras urgencias que reclaman la atención de la gente.
Sin duda, existen intensas preocupaciones vitales. Desde hace varias semanas, el foco casi exclusivo de los medios de comunicación se dirige hacia los problemas hobbesianos de violencia, crímenes, narcotráfico, delitos de alta connotación social, crimen organizado, bandas, robos en calles y hogares, golpizas, tiroteos y toda suerte de conductas delictivas. Por lo mismo, la población está atemorizada y se siente insegura, inquieta, exasperada. Esto se traduce además -muchas veces injustamente-en desconfianza, rechazo y culpabilización de los y las migrantes, identificados como protagonistas de malas conductas y generadores de violencia.