El académico de número explica las amenazas a la vida colectiva en las sociedades contemporáneas en su columna de El Mercurio.
Ningún otro aspecto de la existencia individual o colectiva está tan amenazado como el sentirse parte de comunidades que celebran la diversidad de sus miembros.
De los cuatro pilares que sostienen a la educación —aprender a ser, a conocer, a hacer y a convivir—, el último, aprender a vivir juntos y con los demás, según los términos empleados por la Unesco, es el que se halla afectado más directamente por las transformaciones que experimentan las sociedades contemporáneas.
De hecho, ningún otro aspecto de la existencia individual o colectiva está tan amenazado, puesto en tensión o francamente en retirada, como el sentirse parte de comunidades que celebran la diversidad de sus miembros. Hemos perdido esa disposición que en su día Isaiah Berlin retrató así en una entrevista: “Me han dicho que existe una excelente oración hebrea que debe pronunciarse al ver un monstruo: ‘Bendito sea el Señor, nuestro Dios, que introduces la diversidad entre tus criaturas’”.