El académico de número reflexiona sobre la delincuencia en la sociedad actual en su columna del diario El Mercurio.
Asesinatos, secuestros, sicariato, descuartizamientos, granadas, balaceras, encerronas. Un nuevo vocabulario, una nueva normalidad, especialmente en algunas comunas urbanas donde las tasas de criminalidad ya se acercan al promedio de la región.
¿Por qué llegamos a este punto? Es una tendencia global post pandemia: bien; se ha venido incubando por años: bien; pero esto no da respuesta a la angustia de la población, que es pasto seco para respuestas autoritarias que ya emergen desembozadamente: sacar a militares a las calles, expulsión de extranjeros, allanamientos masivos, suspensión de los derechos humanos.
La criminalidad es endógena. Cada sociedad padece la que ella misma genera. Es evidente entonces que, en nuestra modernización como país, algo hemos estado haciendo mal. Mientras no lo identifiquemos y corrijamos, el fenómeno no va a retroceder y podría costarnos la democracia.