El académico de número llama a reconstruir una centroizquierda reformadora, distante del Frente Amplio y del Partido Comunista, en una entrevista con el Diario Financiero.
En pleno corazón de Providencia, Ernesto Ottone (77) tiene su refugio personal: una oficina que más parece biblioteca, donde conviven estanterías repletas de libros, cuadros y recuerdos de toda una vida. A un costado, hay una terraza con una pequeña pileta de agua, suculentas y una buganvilia fucsia.
El sociólogo y doctor en Ciencias Políticas ocupa ese espacio para escribir –todavía a mano– sus columnas y ensayos. Hoy, tras una ajetreada carrera académica y profesional, se dedica principalmente a eso… y a caminar cinco kilómetros diarios.
Desde allí también observa con atención la carrera presidencial. A sólo tres semanas de los comicios, admite que, por ahora, su voto será en blanco.
– Usted viene del mundo de la exConcertación, donde muchos de sus exponentes no se sienten representados por los actuales candidatos presidenciales. ¿Cómo ve usted a ese sector hoy día?
– Eso es muy exacto. La socialdemocracia se constituyó como una especie de centroizquierda de diversos partidos en respuesta a la dictadura y proponía una salida que no era armada o revolucionaria, sino un gobierno de democratización. Ese mundo hoy no está representado políticamente; en estas elecciones no hay nadie que encarne exactamente ese mundo. Y es curioso porque fue un periodo muy exitoso en la vida de Chile.
– ¿Qué pasó, entonces?
– Varias cosas. El mundo ha tenido cambios muy dramáticos. Además, después de 2013 vinieron tiempos muy duros para América Latina y Chile no fue ajeno a eso. Naturalmente la paz social que se había generado, los avances se resintieron y comenzó a haber una caída lenta del crecimiento mientras las promesas que la gente esperaba fueron reemplazadas por frustración.
En la centroizquierda, quienes estábamos en labores de gobierno, no tuvimos la conciencia en ese momento; nosotros pensábamos que el éxito del reformismo iba a producir un cambio muy fuerte en los partidos, que iba a permear y que ya no quedarían nostalgias revolucionarias. Sin embargo, existían esas nostalgias. Y ahí es cuando se generan las condiciones que terminaron con el estallido social. Y la Concertación, en vez de defender su obra, se comenzó a degradar. Así, se fortaleció el sector más radical, la izquierda y la derecha radical.