El académico de número reflexiona sobre el legado del expresidente Ricardo Lagos ante su retiro de la vida pública en su columna de La Tercera.
El país está acostumbrado a los gestos de grandeza de Ricardo Lagos Escobar, pero como esos gestos son cada vez más raros en la vida política, siempre sorprenden.
Lo hizo cuando hace ya muchos años le pidió cuentas al dictador en plena dictadura, indicándolo con el dedo por televisión ante el pasmo de quienes lo entrevistaban.
Lo hizo cuando en plena negociación con el Gobierno de los Estados Unidos por el tratado de libre comercio, estando Chile temporalmente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, le negó el acuerdo a George W. Bush para apoyar la invasión a Irak al no tener pruebas creíbles de que ese país poseía armas químicas de destrucción masiva y sin que existiera un consenso para utilizar la fuerza por parte de las Naciones Unidas.
Al final se lograron ambas cosas firmar el tratado y proteger la autonomía y la dignidad de Chile.
Lo hizo cuando a dos años de su gobierno, empresarios del transporte público bloquearon distintos puntos de la capital.