El académico de número reflexiona sobre el tono, el estilo y el método de la acción política en su columna de La Tercera.
La compostura en política no debe ser confundida con la compostura social, la cual, aunque menos enjundiosa para el devenir de las sociedades tiene también su importancia. La compostura social se refiere a las reglas sobre los modales, las prohibiciones sociales, la idea del buen gusto y las normas del comportamiento social que comienzan a establecerse en Europa en el siglo XV y que bien describe el sociólogo Norbert Elías y a la cual el gran filósofo Erasmo de Rotterdam, dejando descansar por un momento su gran genio humanista, dedica un pequeño libro en 1530 de gran éxito, “De civilitate morum puerilium” ( De la urbanidad en las maneras de los niños), libro curioso y divertido a nuestros ojos, en el cual desarrolla el concepto de civilidad, un conjunto de buenas maneras válidas para la vida cortesana y que opera para el conjunto de la sociedad.
En ese libro señala entre otras cosas preocupaciones precisas sobre las mucosidades nasales y su manera de removerlas, plantea que no es correcto arrojarse sobre la comida, y menos meter en la comida las dos manos, cómo así mismo aconseja no lamerse los dedos ni ofrecer a otro comensal una mascada del pedazo de carne que está comiendo.