El académico de número reflexiona sobre las causas y consecuencias del estallido social en Chile en una entrevista con Ex-Ante.
– A cinco años del estallido, ¿tienes una explicación de lo que pasó?
– Yo creo que en octubre del 2019, el proceso democrático chileno había perdido su impulso propulsivo, que lo caracterizó durante los primeros 20 años de recuperación de la democracia después del periodo dictatorial. Fíjate que había caído el crecimiento, se habían hecho mal las reformas necesarias. Por lo tanto, existía una frustración respecto a aspiraciones que se habían acumulado.
– Pero la frustración no basta para entender la destrucción del Metro, con un centenar de estaciones dañadas.
– Es cierto. La gente había avanzado. La vida era mejor. Fueron 20 años de crecimiento muy fuerte, de caída de la pobreza. Nunca Chile había tenido un periodo tan próspero. Y ese periodo lo dio la democracia. No habíamos tenido buenos gobiernos (Bachelet y Piñera). El cuadro político tendía a la fragmentación, al crecimiento de las posiciones extremas, al auge de visiones maximalistas, a la desconsideración por los avances realizados, a la volatilidad del voto y el retorno de los ideologismos.