El académico de número Enrique Barros dio una extensa entrevista al diario El Mercurio sobre el actual escenario político del país.
“El abogado entra a fondo en el momento de ‘extrema disociación política y suma cero’ que vive el país, en los ‘peligros’ de una ‘sociedad infantilizada por el populismo’, y los riesgos que sumó la pandemia. Su esperanza está en la organización del poder — ‘más que una interminable lista de aspiraciones’—, que aporte la nueva Constitución”, resume la periodista María Soledad Vial.
A continuación algunas respuestas seleccionadas de la entrevista.
¿Cuándo se dejó de perseguir el bien general?
— El individualismo es resultado de cierta pobreza moral, de la pérdida del sentido de solidaridad y no tan ajeno a la muerte de Dios en nuestra cultura. Es lo que distingue a la antigua y a la nueva DC. Los últimos cuatro gobiernos han sido muy complicados, con una política muy divisiva por la naturaleza de los presidentes y de sus propósitos políticos. Y ocurrió la paradoja de Tocqueville, lo conversaba con Oscar Godoy; a medida que avanza el proceso igualitario, las demandas y la conciencia de desigualdad se hacen más fuertes. Ese malestar transversal fue el de octubre de 2019 y la marcha pacífica del millón de personas. La falta de conciencia histórica se muestra en la falacia de “no son $30, sino 30 años”, porque Chile cambió absolutamente. Lo que verdaderamente falta es ganas de hacer la pega, como anotaba Eugenio Tironi. La crisis nos ha hecho mamones, por necesidad, y significa que una proporción grande de gente vive de subsidios.
“Populista descarada”, ¿por qué Pamela Jiles es la más popular”?
— Veo a Pamela Jiles como flor de un día, dependerá mucho de quiénes sean sus adversarios. Me bastó ver que el presidente del Banco Central expuso en la comisión de Hacienda del Senado los perjuicios de los retiros para las finanzas públicas y, acto seguido, lo aprobaron 3-2. En el fondo, esto es un cohecho a gran escala, los parlamentarios dan dinero para recibir votos y atentan contra el espíritu republicano. ¿Se cree que la tercera distribución es buena para el país o se compra el apoyo a quienes hipotecan su futuro?, ¿se puede hablar de democracia representativa? Muestra los riesgos de introducir la democracia directa vinculante.
¿Hay riesgo en un proceso constituyente, con este clima político y social?
— Tengo amigos tremendamente pesimistas y es un escenario posible, estamos en una situación de peligro. Es mucho lo que se juega, pero confío en que Chile tiene fondo institucional y aun los desbordes que terminan en tragedias son pasajeros. Pero también hay crisis dolorosas y largas, la última duró 20 años, desde la UP hasta Aylwin. Espero que la Convención Constituyente sea un lugar de encuentro, que fije reglas que incentiven los acuerdos políticos mayoritarios y, en lo posible, transversales.
¿Y la derecha, coqueteando con la socialdemocracia?
— Veo a la derecha sin lenguaje político común, con diputados mirando obscenamente su propio interés. Se ha desarrollado un foco populista con muchas caras, desde un populismo soft, a la catilinaria del crecimiento sin calificaciones. La salida no es la mimetización de Lavín, la ortodoxia de Matthei, aunque tengo la mejor opinión de ella, o la volubilidad de RN. Excelente persona nuestro exministro de Hacienda Briones, pero se equivocó al irse de candidato presidencial. Sebastián Sichel expresa el espíritu liberal de la Concertación y tiene todas las virtudes de un político moderno, me gustaría verlo en un gran conglomerado de centroderecha. ¡No puede haber cinco partidos en una corriente política que a lo sumo tiene 40%!”