Daniel Mansuy: “La angustia del privilegiado”

El académico reflexiona sobre los resultados de la Prueba de Admisión a la Educación Superior (PAES) en su columna de El Mercurio.

Esta semana se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Admisión a la Educación Superior (PAES). Los números confirmaron tendencias que ya conocíamos: la brecha entre los establecimientos particulares y el resto del sistema no solo es enorme, sino que también parece ir en aumento. Este año, los colegios particulares obtuvieron en promedio 145 puntos más que los subvencionados y 180 más que los municipales (y ni hablar de los SLEP). Para peor, entre los primeros 100 colegios hay solo un municipal y un subvencionado.

El cuadro se agrava si atendemos a los otrora liceos emblemáticos: el Instituto Nacional está en el lugar 303, el Liceo 1 en el 924 y el Liceo de Aplicación en el 1.047. Hay que tomarle el peso a este hecho que tiene consecuencias insospechadas: en un breve lapso, establecimientos fundamentales en la historia de Chile —y, más particularmente, en la historia de las clases dirigentes— se desplomaron. La conclusión es evidente: si usted no cuenta con dinero para pagar, las posibilidades de que su hijo pueda acceder a una carrera o universidad altamente selectiva son muy bajas, por no decir nulas.

Naturalmente, el fenómeno obedece a múltiples factores; y, de hecho, estos resultados solo reflejan cuestiones más estructurales que el sistema educativo no puede resolver por sí solo. Sin embargo, resulta inevitable preguntarse por el elefante en la habitación: los efectos de la reforma educacional promulgada en el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Cabe recordar que dicha reforma fue defendida como una medida indispensable para terminar con las desigualdades sociales, y fue una de las propuestas estrella de su campaña. Una de las normas aprobadas terminó con la selección en la educación municipal y subvencionada, afectando particularmente a los emblemáticos. En aquellos años, se afirmaba a viva voz que esos establecimientos eran un espejismo, que sus resultados estaban falseados por un descreme previo y que, en definitiva, solo fomentaban la segregación. Se aludió, además, a un improbable efecto pares (¿se acuerdan?) que permitiría subir el nivel general en lugar de concentrar los recursos en un puñado de estudiantes.

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