El académico de número analiza el papel clave de las empresas en la recuperación del crecimiento económico de Chile, en una columna de El Mercurio.
En la discusión sobre cómo reactivar el crecimiento, Chile vuelve a reconocer algo esencial: la empresa es el actor principal del desarrollo. Tras una década de bajo dinamismo, donde la productividad dejó de empujar el PIB y la inversión perdió fuerza, las encuestas muestran un giro relevante: la ciudadanía vuelve a valorar el orden, el mérito y la expectativa de progreso. Sin embargo, ese cambio será insuficiente si no se asume un diagnóstico claro: Chile necesita más empresas y, sobre todo, empresas más grandes.
La evidencia internacional lo demuestra. Los premios Nobel de Economía 2025 —Mokyr, Aghion y Howitt— subrayan que el crecimiento sostenido surge de la innovación empresarial y de la capacidad de las firmas para escalar, invertir y atraer talento. Son las empresas de mayor tamaño las que concentran la mayor parte de la inversión en I+D, las que adoptan nuevas tecnologías, las que incorporan capital humano avanzado y las que pueden competir en mercados internacionales cada vez más exigentes. No es un detalle: sin empresas grandes no hay innovación fronteriza ni exportaciones diversificadas.