El académico de número reflexiona sobre el próximo referéndum que definirá el futuro constitucional del país en su columna habitual del diario La Tercera.
La práctica referendaria o plebiscitaria tiene un sentido complementario y positivo en la democracia moderna cuando se refiere a la toma de decisiones muy relevantes para el futuro del país.
Cuando se ocupa de manera muy frecuente o casi continua para asuntos poco relevantes termina convirtiéndose en una suerte de asambleísmo directo, manipulado las más de las veces por un poder autoritario que debilita la vida democrática y termina reflejando impulsos momentáneos o estados de ánimo pasajeros, porque la reflexividad se reemplaza por respuestas binarias incapaces de atrapar la complejidad de la construcción política.
Quizás la única excepción, por razones culturales e históricas muy particulares, es el caso de Suiza.
En el caso del plebiscito de salida para aprobar el proyecto que presentará la Convención Constitucional en Chile, nos encontramos, sin duda, en el primer caso, es decir en el de las decisiones muy importantes para la vida futura del país.