El académico de número analiza la novela “A partir del Fin” del escritor chileno Hernán Valdés en una columna de la sección Artes y letras del diario El Mercurio.
La novela narra las peripecias del protagonista —Hache— que acaecen en dos momentos claves de la historia de Chile del siglo XX. Uno, ocurre en 1972, durante el gobierno de la Unidad Popular y, el otro, en un momento de la represión dictatorial posterior al golpe de Estado. Esos dos referentes temporales, sumado a la situación del protagonista frente a los hechos y la de los otros personajes, permiten una lectura política nítida de la novela. Aunque también es patente que el movimiento colectivo en que van ensartadas sus vidas no es la única dimensión relevante del relato porque existe una historia de amor entre tres personas entrabada allí, una reflexión sobre la escritura y el trabajo de la memoria e, incluso, una reflexión antropológica sobre la identidad del individuo en su relación con la historia.
Valdés profundiza analíticamente en la casi inutilidad de la distinción entre lo exterior y lo íntimo de una experiencia que nunca se desenganchan, compenetrándose en el relato de manera vertiginosa en la última escena: el embarque del protagonista en un avión que lo llevará fuera de Chile.
Sorprende de esta novela su inusual factura. El protagonista —este “Hache”, el nombre de una letra que no suena— es un protagonista de alta capacidad analítica, cognitiva, reflexiva, crítica. Es un sujeto que está incesantemente acosado por preguntas agudas, por reflexiones que presionan sobre las acciones personales y públicas en que participa, sobre sus emociones. La subjetividad de Hache es la protagonista: su devenir está permanentemente siendo dilucidado por una inteligencia pertinaz, acosante y filosa, atravesado por un “logos” poderoso, un anhelo nunca satisfecho de articular todo en un relato con sentido y, a la vez, consciente de la propia imposibilidad de su anhelo.