El académico de número medita sobre el fenómeno migratorio actual en Chile en su columna de El Mercurio.
En la frontera norte se aglomeran extranjeros y familias enteras de extranjeros, preferentemente indocumentados venezolanos, que presionan con urgencia para salir de Chile. ¿Se fugan de un país en decadencia, se precipitan hacia otros pueblos con mejores encantos, regresan a su patria? ¿Qué es eso de la patria? ¿Tiene algo que ver aquí? ¿Por qué cambian los flujos migratorios? ¿Por qué parece haber cambiado el flujo migratorio que ha venido afectando a Chile en los últimos cinco años? ¿Ha cambiado? ¿Está mejor la situación económica en Venezuela y la hostilidad hacia la iniciativa privada en los negocios ha mermado considerablemente? ¿Arrancaban menos las personas del tirano que del inepto? ¿Cuánto pesa la libertad política en la decisión de migrar?
¿Es solo una percepción subjetiva o es que verdaderamente hemos estado viniendo a menos en los últimos años y ya dejamos de ser tierra promisoria? ¿Nuestra situación económica actual ha descendido a niveles agobiantes para segmentos importantes de la población? ¿Qué tan mal estamos? ¿Estamos mal?
La crisis no es como la de Colchane, en que masas de extranjeros querían entrar a Chile, un lugar de refugio y de esperanza. Huían de alguien o de algo y pedían refugio. ¿Qué pasa ahí? ¿Qué balance realizan en sus mentes las personas que emigran? ¿Qué criterios toman en consideración? La pregunta es: ¿Debo quedarme aquí o partir hacia otro lugar incierto?