Pedro Gandolfo: “Figurantes”

El académico de número medita sobre el rol indispensable de los personajes secundarios o “figurantes” en las novelas o películas en su columna de El Mercurio.

El procedimiento que emplea Balzac —que sorprende a quien emprende la lectura de su alucinante “Comedia humana”— es el retorno de los personajes de una novela a otra entre las noventa y tantas que conforman la obra. Diez a 20 veces reaparecen algunos de ellos y, otros, como Nucingen o Marsay, incluso cerca de 30 veces. Rastignac, personaje importante en “Pere Goriot”, reaparece ya solo como figurante en “Las ilusiones perdidas”, en “Miserias y esplendores de las cortesanas”, “La casa Nucingen” o “Los secretos de la princesa Cadignan”, entre otras. Ese proceso le otorga profundidad a cada personaje, ya que el Rastignac de “La casa Nucingen” es leído con la perspectiva que otorgan sus apariciones anteriores. También le concede unidad a la obra, ya que si bien cada novela puede ser leída de manera independiente, las novelas, sin ser fragmentos, están conectadas por esta red de personajes cuyas vidas circulan por ellas y nunca están completamente narradas en una sola. Es frecuente que cada personaje merezca una novela preferentemente dedicada a él, aunque seguro aparecerán, además, otros secundarios o figurantes de quienes ya habíamos leído.

Felicien Marceau, un gran conocedor de Balzac, sostiene que su procedimiento es la consecuencia de trasponer al plano de la novela un hecho social común: el comadreo, el chisme, el rumor, el cotilleo, las habladurías, en la forma, señala Marceau, siguiente:

—Ve a ese señor que está bailando con Susana, y bien, es el exyerno de Ivonne. Su exmujer se volvió a casar con el dentista…

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