El académico de número analiza los temas principales presentes en la novela “Casa de campo” de José Donoso en su columna de El Mercurio.
La publicación del segundo tomo de los diarios de José Donoso —editados bajo la atenta mirada de Cecilia García-Huidobro Mac Auliffe— está llamada a ser uno de los acontecimientos literarios más importantes de los últimos años. De esta obra —ya que los diarios son parte de su obra— destacan los numerosos fragmentos que dedica a la redacción de “El obsceno pájaro de la noche” y “Casa de campo”, dos de sus principales novelas.
Se trata de una aproximación vertiginosa a la mecánica de la ficción literaria. De ellas, “Casa de campo” es una novela política que, aunque marcada por los acontecimientos de principios de los 70 en Chile, se despega de estos porque su literatura “no pertenece a la historia más que en cuanto pueda ser una estética”. “Casa de campo” es una gran alegoría política —sin estereotipos— acerca de los cambios sociales y su devenir y los grupos que interactúan en ellos, es una novela de los niños y los padres, es también una crítica al patriarcado.
Como es usual en la narrativa de Donoso, el punto de partida es una anécdota en apariencia simple: en las vacaciones en una gran casa de campo, los mayores van por un día de picnic y dejan encerrados en la casa a decenas de niños, primos y primas. Lo que sucede con los niños durante el encierro, lo que ocurre con los niños y los nativos que rodean la casa, lo que ocurre al regreso de los padres son las hebras de la historia.