El académico de número reflexiona sobre la propuesta de nueva Constitución y el plebiscito del próximo 4 de septiembre en su columna del diario Estrategia.
Estamos en presencia de un Chile profundamente escindido en facciones de opinión, marcado además por inusitada violencia, tanto verbal como física, y severamente tensionado por la disyuntiva respecto del proyecto de nueva Constitución. Se suponía que tal proyecto constituiría una fórmula para encontrar la paz que necesitaba el país en el camino a normalizar su funcionamiento después de las protestas iniciadas el año 2019. Los políticos gestores y firmantes de tal acuerdo hoy disimulan sus posiciones ante el desgraciado resultado de que la división del país parece ser aún más profunda, mientras que la violencia no sólo no ha desaparecido o aminorado, sino que se ha acentuado de manera dramática. Todos los días tenemos noticias de enfrentamientos, agresiones, discursos violentos y hasta demostraciones de inusitada degradación moral, todo ello en el contexto de favorecer ciertas opciones frente al plebiscito. El proyecto de Constitución ha fallado como una forma de construir acuerdo de país, para cimentar la paz social y así garantizar estabilidad y progreso. Sencillamente se constituye en un fracaso para los políticos que gestaron esta forma de enfrentar la inquietud ciudadana y de darle forma constructiva a través de una nueva Constitución que representara la unidad nacional. Los hechos ahora prueban que existe una aún mayor desunión entre los chilenos, que la pasión ha sustituido a la razón y que la violencia se va poco a poco transformando en el lenguaje para expresar posiciones en la forma más destructiva posible.
No sabemos que evaluación hacen de todo esto los políticos y partidos que suscribieron el acuerdo por la paz. Todo parece indicar que estamos ante un fracaso estrepitoso de la estrategia ideada para producir encuentro, encauzar debidamente el diálogo en torno a una mirada constructiva hacia el futuro. Nada de eso se hizo realidad: primó la intolerancia y se generó una Constitución partisana, con miradas parciales y excluyentes sobre temas esenciales. El resultado es que de aprobarse, se hará con una diferencia pequeña sobre la opción de rechazo. También, de triunfar el rechazo, esto parece ser se producirá con una diferencia escasa respecto de la otra opción. Por ello todos esperan reacciones en términos de denuncias sobre el desarrollo y resultados del acto plebiscitario.