El diario La Segunda publica un extracto de “Enseñar entre iguales. La educación en tiempos democráticos”, el nuevo libro del académico de número, Daniel Mansuy Huerta.
En su último libro, Daniel Mansuy observa como la búsqueda de la igualdad, y la consiguiente fragilidad del principio de autoridad, entre otros dilemas, han impactado en los vínculos que sostienen el sistema educativo.
Extracto
En los capítulos precedentes hemos esbozado el esquema al interior del cual se despliega la pedagogía moderna. Tocqueville nos muestra los efectos inducidos por la igualdad democrática en las relaciones sociales, concluye que la modernidad vuelve improbables los vínculos robustos. Rousseau, por su parte, elabora un proyecto pedagógico inspirado en la noción de naturaleza, donde la autonomía juega un papel preponderante. Ambas perspectivas son coherentes entre sí, aunque Rousseau participa plenamente de un movimiento que Tocqueville mira con escepticismo. Con todo, nos interesa destacar que pedagogía moderna —más allá de su: múltiples modalidades— no puede sino moverse en estas coordenadas: igualdad, democracia y autonomía. Lo mismo, estos principios permiten ver también las tensiones que la cruzan. Por de pronto, la educación se toma muy en serio el principio de igualdad. Así, tenderán a debilitarse pero inexorablemente— las jerarquías que habían caracterizado todo proceso de enseñanza. Al mismo tiempo, el énfasis estará puesto en el proceso de aprendizaje autónomo po: parte del educando. Hay que entender bien el punto: la gran modificación guarda relación con el vínculo entre alumno y profesor, pues las nociones de igualdad y autonomía entran en necesario conflicto con el principio de autoridad.
En general, se suele describir la novedad pedagógica moderna como un paso de la pasividad a la actividad: antes, el alumno habría sido un mero receptor de contenidos impuestos desde fuera; de aquí en adelante será el protagonista de su propio aprendizaje. La retórica es tentadora, pero no aprehende el núcleo del cambio de perspectiva. En efecto, y por mencionar un ejemplo eminente, sería, cuando menos difícil, describir la educación socrática como pasiva. De hecho, lo que en realidad es importante en ese modelo es el vínculo, que es exactamente aquello que se buscará debilitar.