El académico de número se refiere al reconocimiento que el Presidente Gabriel Boric entregó al juez español Baltasar Garzón en una entrevista con el medio digital Ex-Ante.
-¿Fue un error del Presidente entregar esta placa honorífica a Garzón, un personaje que puede dividir en Chile?
– Complejo caso. Por una parte, no soy quién para juzgar jefes de Estado. Por otra parte, se topó con una colisión entre una emoción presidencial y una causa nacional. La emoción la comparto. Para los chilenos que sufrimos la dictadura, Garzón fue el primero en rayarle la pintura de la impunidad a Pinochet. Agrego que para muchísimos españoles también fue una emoción, aunque vicaria: Garzón hizo con el dictador chileno lo que ni él ni nadie en España pudo hacer con Franco.
– ¿Y dónde está la colisión?
-Porque para condecorar o distinguir a alguien, hay que leerlo completo. Y sucede que con Pinochet ya fallecido, Garzón decidió apoyar la agresión contra Chile de Evo Morales, camuflada como demanda ante la Corte Internacional de Justicia. A él le pareció -ignoro con qué base- que era de “absoluta justicia”, pero a los jueces de la Corte no, pues la rechazaron de manera rotunda.