José Rodríguez Elizondo: “Boric y la despolarización”

El académico de número reflexiona sobre los desafíos políticos que deberá enfrentar el presidente electo en su columna del diario digital El Líbero. 

Resumen vertiginoso de lo sucedido: el estallido de 2019, entre social, vandálico e insurreccional, puso al presidente Piñera y a la democracia chilena al borde de la cornisa. Para salvar sus muebles, los partidos y los profesionales del sistema optaron por una nueva Constitución. Sorprendentemente, los apoyó Gabriel Boric Font, arriesgando su liderazgo juvenil sobre sectores antisistémicos. Luego, en la Convención Constituyente, una mayoría novedosa aumentó la polarización con señales estruendosas: dado que los partidos estaban liquidados, había que refundar Chile con base en la plurinacionalidad y las identidades internas. Pocos meses después, las elecciones generales reequilibraron el sistema, con un Congreso de talante tradicional y una competencia presidencial insólita. Esta enfrentó a Boric, clasificado como extremista de izquierda, con José Antonio Kast, catalogado como extremista conservador. Evocando lo sucedido en el Perú, los expertos pronosticaron un resultado estrecho -por tanto, sísmico- entre dos candidatos minoritarios. La realidad los desmintió y en eso estamo

Audacia agnóstica 

En la segunda vuelta del domingo pasado, Boric ganó con un 55,87 % de la votación, contra un 44,13% de Kast. Una ventaja amplia, que eliminó la posibilidad de un “negacionismo de resultado”.

En el entretiempo, el ganador había reconocido la diferencia entre los principios  y los dogmas, enfatizando su propósito de ser un presidente para todos los chilenos y virando hacia la moderación. Según analistas solventes, la base social de tal cambio estuvo en las mujeres y los jóvenes no militantes. La base política, por su lado, estaría en el rechazo a las picardías y excesos ideológicos de los constituyentes mayoritarios.

(También es posible, especulando entre paréntesis, que algún mirista anciano le haya contado ese duro intercambio entre Salvador Allende y Miguel Enríquez, cuando éste lo acusó de ser un socialdemócrata y “a mucha honra” replicó el presidente).

Lo dicho puede explicar el corto plazo de las certezas previas de Boric y el realismo de su “centrificación” en desarrollo. De hecho, hoy está actuando como esos entrenadores que saben “leer el partido” en la previa y mientras se está jugando, para hacer los cambios necesarios, aunque disgusten a futbolistas de alto ego e incluso a los altos dirigentes del club.

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