El académico de número analiza el debate en el oficialismo sobre presentar una o dos listas para la elección de consejeros constituyentes en una columna de El Líbero.
El asunto de las dos listas del oficialismo –si unidas o separadas– se ha convertido en una disputa que poco tiene que ver con la próxima elección de consejeros constitucionales. De hecho, nadie menciona siquiera motivos constitucionales para justificar una u otra opción electoral.
Es de suyo evidente que esta vez no están en juego los contenidos de nuestra futura carta fundamental. De eso se hicieron cargo los famosos ‘bordes’ acordados por los partidos oficialistas y de oposición, cuyo resguardo fue entregado a mecanismos que aseguran un efectivo equilibrio de poderes.
De hecho, el riesgo no es, como fue la vez anterior, que se imponga una utopía constitucional completamente ajena a la realidad socioeconómica y cultural del país. Al contrario, se corre el peligro de mantener el orden constitucional existente, solo con retoques menores. Sin atender a los anhelos de cambio de la población y a la necesidad de llevar nuestra Constitución al siglo XXI. Un fatídico gatopardismo acompaña las vacaciones de las familias burguesas.