José Joaquín Brunner: “Élites desaprensivas, desconfianza mutua y diagnósticos equivocados”

El académico de número analiza el escenario actual de la política chilena en su columna en El Líbero.

Llama la atención que, en su mayor parte, tanto a las élites político-académicas, tecnocráticas y comunicacionales de derechas como a las de izquierdas, parece no gustarles el país que tienen. Sin embargo, los malestares de las élites de uno y otro lado tienen motivos y razones diametralmente opuestos entre sí para justificar su insatisfacción. ¿Resultado? Unas élites mutuamente hostiles que, además, se sienten alienadas de la sociedad que están llamadas a guiar y a la cual deben proporcionar gobernabilidad.

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Las derechas ven una sociedad a su alrededor -incluso, un mundo más allá de nuestras fronteras- sumida en una crisis moral, cultural; con una presencia deteriorada y apenas marginal de una iglesia católica arrinconada por un secularismo rampante,  y con la eclosión de ideas amenazantes que provienen de la ciencia y tecnología, de intelectuales y artistas posmodernos y de la crítica corrosiva difundida por “el espíritu que siempre niega”, como Mefistófeles se presenta a sí mismo en el Fausto de Goethe.

Sobre todo, contemplan con profunda desazón cómo allá abajo en la ciudad, lejos de sus colegios, claustros y recintos amurallados, se extiende la “gran crisis”, ya no de naturaleza económico-financiera sino, directa (y dolorosamente) cultural. Pérdida de autoridad en la familia y en las instituciones jerárquicas; disolución de la autoridad docente; desaparición del aura de las profesiones, incluso de aquellas más respetadas antiguamente (abogados y médicos), siendo el caso Hermosilla el baldón más insigne.

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