El académico de número reflexiona sobre la incertidumbre respecto a los resultados de la elección de Consejeros Constitucionales en su columna de El Mercurio.
La incertidumbre reinante respecto de los resultados electorales del domingo pone en evidencia el desacople existente entre la esfera política y la sociedad civil.
La primera, ocupada por el Gobierno, los partidos, el Congreso, los medios de comunicación y las redes sociales, se muestra desconcertada. Está confundida y a la defensiva. Dedicada a simular números y porcentajes de votación. A anticipar ganadores y perdedores. Lo de siempre.
Por su lado, la sociedad civil, o sea, la vasta organización de clases y grupos, territorios y actores colectivos, movimientos sociales e identidades, hogares y sistemas productivos, comunidades y asociaciones, mercados y consumidores —interconectada de múltiples formas y dotada de una creciente autonomía—, genera su propia esfera de actuación y expresión. Se ha vuelto menos predecible, más individualizada, activa, demandante, diversificada. Con repertorios propios de recursos de acción, consciente de sus necesidades y derechos, y extremadamente voluble frente a la esfera política.