El académico de número indaga sobre la tendencia a la baja constante de la confianza pública en el mundo en su columna de El Líbero.
La pérdida de confianza en las instituciones ha sido la cuestión central del debate público en los últimos días. Esto a propósito de la formalización del jefe de la Policía, mientras sigue pendiente similar resolución en relación con el director general de Carabineros. El fenómeno es global, aunque más virulento en algunas partes, Chile entre ellas.
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Estudios recientes muestran una tendencia a la baja constante de la confianza pública en el mundo. Según un autor, hemos dejado de confiar en los políticos, los periodistas y los economistas al menos desde 2008, al revelarse incapaces de predecir o gestionar las crisis de nuestro tiempo. En 2017, un editorial de New Scientist se preguntaba dónde había ido a parar la confianza en las instituciones tradicionales; mientras que, en 2018, el Secretario General de la ONU, António Guterres, declaró que “el mundo sufre un grave trastorno por déficit de confianza”.
Un reciente informe del PNUD constata que, durante un período considerable, América Latina ha venido lidiando con una significativa y progresiva disminución de la confianza en los gobiernos, alcanzando niveles cercanos al 20%. Es decir, sólo una de cada cinco personas expresa confianza en sus gobiernos, el más grande complejo de instituciones públicas con que cuentan las sociedades contemporáneas.