José Joaquín Brunner: “Boric, saber técnico y política”

El académico de número reflexiona sobre la importancia de las competencias técnicas y profesionales y la tendencia “anti-intelectualista” contraria a los expertos de la nueva izquierda en su columna en El Líbero.

Las sociedades contemporáneas funcionan con base en saberes técnicos. Este tipo de conocimiento está presente en todas las actividades. De partida en las profesiones, cuyos especialistas se forman durante un largo periodo de entrenamiento en un saber altamente codificado y desarrollan unas prácticas fundadas en ese saber. Es el caso de las y los abogados, arquitectos, ingenieros, profesionales de la salud, psicólogos, sociólogos, trabajadores sociales y decenas de otras profesiones. Pero aquí no hablamos sólo de las profesiones en sentido convencional. También incluyen otras actividades y tipos de funciones que tienen lugar en la parte superior de las burocracias, el management de las empresas, el alto clero, los oficiales militares, el vértice de la tecnocracia, la academia profesionalizada, etc. 

Un famoso historiador inglés, Harold Perkin, anunció en 1969 el surgimiento de una sociedad profesional, según tituló su libro.  Y, como podía anticiparse, vinculó a ésta con una serie de fenómenos que en esos mismos años, y luego en las décadas siguientes, pasaron a ser tópicos habituales del análisis social y el discurso mediático: sociedad posindustrial, tecnoburocracias, sociedad del conocimiento, intelectualización y desencantamiento weberianos, revolución científica, ingenieros del alma humana, analistas simbólicos (la capa superior de las profesiones más creativas a nivel global, según Robert Reich), intelligentsia, literati, élites expertas, modernidad y posmodernidad, poder soft, espacio público deliberativo y tantos otros que abundan hoy en la prensa, la academia y los laberintos del poder. 

El mismo Perkin celebró el auge y entrevió la caída de esta forma de sociedad. Por un lado, la retrató como el sistema más creativo nunca visto que ha traído al mundo beneficios materiales, culturales, intelectuales y morales en una escala no soñada por las generaciones precedentes. Por otro lado, entendió que ella creaba una nueva modalidad de dominación que necesariamente traería consigo la tentación de explotar el conocimiento a su cargo, abusando este poder hasta el punto de dejar exhausta a la sociedad y provocar su colapso.

>> Texto completo en El Líbero