El académico de número analiza la norma sobre territorios autónomos liberados del Estado aprobada por la Convención en su columna del diario El Mercurio.
La Convención se entusiasma consagrando, ya de manera inamovible, “regiones autónomas, comunas autónomas, autonomías territoriales indígenas y territorios especiales”. Precisa que esas regiones, comunas y territorios indígenas y especiales estarán dotados de “autonomía política, administrativa y financiera”. Asimismo, se ha aprobado que estos territorios tendrán patrimonio y personalidad jurídica propios. También que habrá en ellos participación política vinculante de sus habitantes, sin más límites que el respeto a la Constitución, a los derechos fundamentales y a la naturaleza.
Autonomía es una expresión que significa que una persona u organización, al menos para hacer ciertas cosas, no depende de nadie. La Convención no ha definido esas ciertas cosas que esos territorios podrán hacer sin depender de nadie, limitándose a listar las amplias materias que cubrirá: autonomía política, administrativa y financiera, características que solo tienen los Estados. Los límites específicos no son a las competencias de estos territorios sino una prohibición de atentar en contra del carácter único e indivisible del Estado de Chile y no permitir la secesión territorial.
Tras estas propuestas, me parece, está el legítimo impulso de descentralizar, aunque se vaya más allá de lo que conviene a un Estado con la fuerza y competencia necesaria para solucionar los problemas de la gente.
En el caso de los territorios indígenas, creo percibir en los convencionales también la idea de que esas comunidades alcanzarán mejor su plena realización (su buen vivir) en la medida que se autogobiernen, incluso con su propia justicia. El año 2016, en una visita a la región, el actual Presidente declaraba: “Hoy estuvimos en el territorio liberado de Temucuicui …”.
En Chile hay y ha habido territorios autónomos liberados del Estado: Colonia Dignidad fue uno. Otras son las poblaciones en las que domina el narcotráfico. Temucuicui autónomo es una tercera. No digo que sean lo mismo, ni que en su interior ocurran los mismos delitos. Pero tienen en común que en ellas no hay presencia del Estado o esta es muy débil; la ley chilena no impera; en su interior se cometen delitos e incluso se vive de ellos, y los extraños no pueden ingresar a ellos sin la autorización de quienes ejercen allí el poder. A propósito del intento de la ministra del Interior de ingresar a Temucuicui, el lonko de su comunidad “autónoma”, Víctor Queipul, afirmó que esas autoridades nacionales estaban “equivocadas porque no saben con quién deben hablar”, dejando claro que si no lo hacen con su venia y bajo sus condiciones, serán repelidos por las armas.