El académico de número se refiere al posible regreso de la estatua del general Baquedano a la plaza que lleva su nombre en una carta al diario El Mercurio.
Es franco y razonable el temor expresado por la ministra del Interior ante la posibilidad del regreso de la estatua del general Baquedano a la plaza que lleva su nombre. La violencia ha cesado y el retorno de la estatua puede volver a prenderla.
Pero yo tengo un miedo mayor. Cada día que paso por allí y veo esa absurda armazón blanca que ya no sostiene nada, se me hace patente que la estatua fue sacada por temor. El Estado tuvo miedo de los violentos y la ministra nos lo recuerda y revive. La ausencia de la estatua no es un monumento al octubrismo, pero sí representa la derrota de lo racional por lo violento. No nos merecemos esa derrota. A ella le tengo aún más miedo.
Una vez que regrese la estatua, nos vendrá muy bien un debate de si debe permanecer allí o irse a otro lugar aledaño y digno, y dejar espacio a lo que podría, por ejemplo, conmemorar a las poetisas y poetas de Chile. Ese será un debate racional. Cualquiera sea su resultado, nos recordará que somos un país que tiene más dignidad que miedo.