El académico de número subraya la relevancia de redactar una nueva Constitución que sea aceptada y se adecue al Chile del presente y del futuro en su columna del diario El Mercurio.
Corcoveos mediante, todo indica que nos encaminaremos a un nuevo proceso constituyente. Con todo lo importante que es la forma en que se elija la nueva convención y el rol que en ella jueguen los expertos, lo es aún más dar con la Constitución que necesitamos, escribir una que sea aceptada y se adecue al Chile del presente y del que está por venir. Un segundo rechazo puede dejarnos mal parados. Los datos duros del último proceso pueden ayudarnos a acertar.
En el apabullante plebiscito de entrada el país rechazó que los parlamentarios participaran en la redacción de la nueva Constitución. A nadie se le ocurrió entonces acompañar el proceso con un comité de expertos. Si alguien lo hubiera propuesto entonces, por seguro habría sido ruidosa y rotundamente rechazado. Si bien las listas de independientes fueron aprobadas después por el Congreso, tuvieron, en la votación, gran aceptación de la ciudadanía.
Menos de un cuarto de los convencionales elegidos fueron de derecha. Uno solo militaba en la DC. La Lista del Pueblo, conformada en la “Plaza de la Dignidad”, al calor de la protesta violenta, obtuvo 800.000 votos y 26 convencionales. Superó por mucho a cualquiera de los partidos políticos. El más votado, la UDI, eligió 17 escaños, al igual que el Frente Amplio. El PS, 16; el PC, 11, y los Independientes por una Nueva Constitución, también de izquierda, 11. No se formó una sola lista de independientes de centro. No era el tiempo.