Ernesto Ottone: “Reflexiones del estío”

El académico de número analiza el primer año de gobierno del Presidente Gabriel Boric en su columna habitual del diario La Tercera.

Ha comenzado febrero, el corazón del estío chileno, cuando el país se detiene o funciona mínimamente. El tiempo transcurre con otro ritmo, una cierta languidez rodea todo lo que sucede, parecería que de pronto el “kronos”, el tiempo real según los griegos, el tiempo de la actividad, el apuro, la acción y la ambición, es desplazado durante apenas un mes por el “kayros”, “el tiempo para sí”, para una cierta introversión, para la contemplación, el tiempo de los dioses, del placer y del descanso de los atardeceres largos. El tiempo en el que el celular pierde su centralidad y su urgencia, salvo que se use para fines lúdicos.

También puede ser un tiempo de reflexión, de preguntarse acerca del sentido de las cosas y de la vida, de lo realizado el año anterior y de lo que se nos viene encima a partir de marzo, cuando despierte el músculo que dormía y la ambición que descansaba, parafraseando a Carlos Gardel en su tango Silencio.

La reflexión debería ser particularmente importante para quienes se han echado, por decisión de la voluntad popular, la conducción del país sobre sus hombros.

Si lo hacen con honestidad, no pueden estar satisfechos con lo realizado, no solo por su impericia consistente y prolongada, que en parte puede ser fruto de su inexperiencia respecto de la conducción de los asuntos públicos, sino, además, por su confusa orientación que no termina de perfilarse. Pareciera, en todo caso, ser un gobierno diésel, de partida lenta.

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