El académico de número reflexionó sobre el próximo Plebiscito en entrevista con el diario La Tercera.
Me imagino que usted no fue sorprendido por las palabras del expresidente Ricardo Lagos, pero no podrá desconocer que sus palabras revolvieron el escenario político… Produjo un fuerte revuelo. Él con mucha justicia se salió del esquema. Una Constitución tiene que ser algo que genere el marco, que acompañe. Y ahí tiene que haber más que una mayoría relativa. Una buena Constitución es una Constitución donde nadie está enteramente contento. ¿Cómo así?
Quiere decir que todos tuvieron que ceder algo, pero algo que les resultaba aceptable. En un país democrático, tiene que ser una Constitución en que nadie esté enteramente conforme, pero nadie esté enteramente disconforme.
Hay quienes plantean que los liderazgos se deben ocupar para despejar caminos. ¿No perjudica al expresidente quedar en una posición que algunos califican de ambigua?
Él en este momento no es líder de una coalición. No es ese su rol. Él es un expresidente, un hombre de Estado, un hombre que le habla al país. Él analizó la Constitución, tiene sus críticas. Dice esto me parece bien, esto me parece mal. Pero lo que él plantea es la necesidad de una Constitución. Y dice ‘a mí este proyecto constitucional, tal como está, no me parece que logre eso. Y, por lo tanto, lo que yo pido es que sigamos discutiendo, sigamos conversando’.
En la derecha todos están claros en votar Rechazo y la centroizquierda se divide entre el Apruebo y el Rechazo. ¿Cómo explica ese escenario?
En la derecha hay un cambio muy fuerte. La derecha durante todos estos años de la transición y después fue muy ciega en su posición respecto de la Constitución, porque la veían como que podía mantener la realidad. O sea, ponerle una cierta camisa de fuerza a la realidad que impidiera que los cambios, que ellos no querían, se produjeran. Ahora, ellos no están hablando de volver, de quedarse con la Constitución anterior, que tampoco es la del 80: es una Constitución que tiene reformas muy importantes, como las del 2005.
En la derecha se está produciendo un cambio. Y se está produciendo un cambio desde la posición tradicional que han tenido, a una posición más abierta. Creo que entre la gente que tiene una historia de centroizquierda, que es de centroizquierda, pero que no está en los aparatos partidarios, la gente que está por el Rechazo, no es que esté por volver a lo anterior o por conservar lo anterior, está por una nueva Constitución. Pero una nueva Constitución que sea mejor que el proyecto que se presentó. Ahora, las estructuras políticas de la centroizquierda hicieron una opción. Son parte del gobierno. Hay una izquierda reformadora que un poco se entrega a la izquierda radical, del grupo dirigente de hoy día en el gobierno. O sea, acepta la dirección de la izquierda radical. Está el cálculo de estar comprometidos con una acción de gobierno. O sea, hay más dificultades para tener una visión crítica en los aparatos partidarios.
¿Usted cree que el parteaguas que se ha producido en la centroizquierda respecto del texto constitucional da para una reconfiguración futura del mapa político?
No sabemos. Es tan difícil hacer previsiones hacia el futuro. A lo mejor esto que está pasando significa que hay un sector de la ciudadanía que es de pensamiento democrático, progresista, pero también moderado. Que hay una izquierda que la podrías llamar una izquierda democrática, de tipo más bien socialdemócrata, que hoy día no tiene quién le escriba. No tiene representación política clara. Y entonces es posible que se configure en el futuro este mundo que existió, que por ejemplo ha tomado otras formas: los amarillos o declaraciones de otros sectores, etcétera. Es posible que se configure una suerte de un espacio reformador. Que las aguas no vuelvan a su cauce después, sino que se configure algo nuevo. Pero es posible. No digo que es seguro que ello se vaya a producir.