Carlos Peña: “Peso Pluma”

El académico de número medita sobre el debate entorno a la invitación al cantante al Festival de Viña del Mar en su columna de El Mercurio.

Uno de los hechos más sintomáticos de la cultura del Chile contemporáneo —cultura, en el sentido antropológico de la palabra, no en el sentido de alta cultura— es la invitación cursada por los organizadores del Festival de Viña a Peso Pluma. El cantante mexicano emplea los códigos de la música popular para describir en primera persona, y a veces encomiar, lo que se ha llamado la cultura narco.

¿Es razonable invitar a alguien como él al evento popular más importante de Chile, cuyo papel en la difusión de códigos y costumbres es innegable?

Dentro de las cosas que se han dicho a propósito de este caso hay algunas tonterías que, desde ya, conviene despejar. Se ha dicho, por ejemplo, que impedir la presencia de ese cantante en el festival significaría incurrir en “censura o discriminación”. Es flagrante la tontería que se esconde en ese argumento. La censura se ejerce en general por el Estado, mediante medidas coercitivas; pero llamar censura a la elección de un cantante es simplemente absurdo. Usted, evidentemente, no censura a Javier Marías si, a la hora de comprar un libro, escoge uno de Vargas Llosa y deja al primero en la estantería. O si, luego de hojear a Vargas Llosa, lo deja en el estante y prefiere comprar el de Marías.

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