Carlos Peña: “Peligro en la Cámara”

El académico de número analiza la elección de la presidencia de la Cámara de Diputados en su columna de El Mercurio.

Hay ocasiones en que las cosas se envilecen sin que siquiera nos demos mucho cuenta. Ello ocurre cuando se las valora por el resultado sin atender a la forma en que este último se logra o se alcanza. Hipnotizados por el apetito de obtener esto o aquello, hay momentos en que se hace cualquier cosa para obtenerlo. Y entonces es probable que el resultado se obtenga; pero lo que se sacrificó para lograrlo acaba anulándolo.

Eso es lo que acaba de ocurrir en la Cámara de Diputados.

Desde el punto de vista de su diseño, la Cámara es el lugar donde se reúnen los representantes del pueblo, esos que, creemos (aun cuando la realidad se empeña día a día en desmentirnos), han logrado concitar para sí, por las ideas que exponen o las virtudes que exhiben, la confianza de los ciudadanos. Y se espera entonces que a la hora de adoptar decisiones los representantes, que eso son los diputados y diputadas, deliberen y reflexionen considerando el interés de todos, sin mezquindades, ni payaseos, ni tonterías, ni desplantes, dejándose, en cambio, persuadir por los mejores argumentos o, al menos, aparentándolo.

Pero lo que ocurrió en la Cámara es simplemente increíble y contradice de manera flagrante esa imagen que, sabemos ahora, es puramente ideal.

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